Primero contamos la versión de Info News.
Ahora leemos sobre el resonante caso de espionaje internacional desbaratado en EE.UU. en junio de 2010, que haría las delicias de John Le Carré porque conserva el aura y la pátina de la Guerra Fría, tiene una inesperada derivación en la Argentina donde la embajada de EE.UU. le habría cancelado la visa a dos periodistas del Grupo Clarín: Daniel Santoro y Guillermo Lobo, bajo sospechas de integrar una red internacional de espías.
En diálogo con Miradas al Sur, Santoro –ganador de numerosos premios como el Rey de España y el María Moors Cabot de la Universidad de Columbia–, se negó a confirmar o desmentir si el Departamento de Estado le ha prohibido el ingreso a su territorio.
Todo comenzó con una investigación en torno de una serie de pinchaduras de mails y teléfonos de la que fueron víctimas miembros de la Corte Suprema, políticos y personalidades. La causa –que actualmente se tramita en el juzgado de San Isidro a cargo de la jueza Sandra Arroyo Salgado–, estableció que Iván Velázquez –un hacker prófugo en el Uruguay– fue el responsable de ese espionaje, pero que Velázquez también podría haber trabajado para un servicio de inteligencia extranjero, el de Rusia más precisamente, para inmiscuirse en los correos electrónicos de diplomáticos.
El periodista de Miradas se comunicó con Santoro, quien a lo largo de un extenso diálogo telefónico se negó a confirmar o desmentir si su visa estadounidense ha sido cancelada.Todo comenzó con una investigación en torno de una serie de pinchaduras de mails y teléfonos de la que fueron víctimas miembros de la Corte Suprema, políticos y personalidades. La causa –que actualmente se tramita en el juzgado de San Isidro a cargo de la jueza Sandra Arroyo Salgado–, estableció que Iván Velázquez –un hacker prófugo en el Uruguay– fue el responsable de ese espionaje, pero que Velázquez también podría haber trabajado para un servicio de inteligencia extranjero, el de Rusia más precisamente, para inmiscuirse en los correos electrónicos de diplomáticos.
–Por consejo de mis abogados no voy a hacer ningún comentario. Todo esto es una campaña en mi contra montada por los servicios de inteligencia para desprestigiarme. Esa información sólo puede provenir de los servicios de inteligencia.
–Cualquier operación en su contra se desmoronaría con que usted me dijera que tiene la visa al día y que puede viajar a EE.UU. cuando quiera.
–La cuestión de las visas es un tema confidencial. Y esa información se publicó en varios portales sin que nadie me llamara para un comentario.
–Yo sólo puedo responder por mi trabajo. Y lo estoy llamando justamente para que haga su descargo.
–Es que esa información sólo puede provenir de los servicios de inteligencia. Yo respeto tu trabajo y tu trayectoria, y no puedo creer que te prestes a esta maniobra y uses como fuente una información de inteligencia. ¿Vos creés que yo puedo formar parte de una red de espías rusos?
–Yo no le estoy preguntando por el espionaje ruso, sino por su visa. Tiene muchos años en este oficio y a nadie se le hubiera ocurrido desmentir su investigación sobre el tráfico de armas a Croacia con el argumento que la información provenía de algún servicio de inteligencia. En lo que a este caso se refiere, yo tampoco me baso en fuentes de inteligencia, sino que he corroborado la información con fuentes diplomáticas y judiciales.
–¿Qué fuentes?
-Obviamente no las puedo nombrar. Pero toda esta nota perdería su sentido si usted pudiera decirme que puede viajar a EE.UU. cuando le venga en gana. Además, me llama la atención que si le han quitado la visa de manera injusta, no haga una denuncia pública, porque sería un atentado contra la libertad de expresión y de ejercicio del periodismo.
–Ya te he dicho todo lo que te podía decir.