Está claro EEUU necesita que las economías del mundo devaluen sus monedas nacionales, para el propio desarrollo.
Por eso escuchamos que el economista
Nouriel Roubini, uno de los voceros de la administración Obama en la materia, en una disertación en la Universidad Torcuato Di Tella que la inflación en la Argentina se encuentra «desenfrenada» y que es preocupante «el uso de reservas para financiar el gasto público».
El economista y profesor de la Universidad de Stern de Nueva York había dicho que la Argentina dejará de crecer a tasas chinas y que el país integra el lote, junto con Venezuela, Bolivia y Ecuador, de países «menos amigables para el mercado».
Y el peronismo en el gobierno movió rápidamente a sus damas.
La presidenta del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont, le contestó que «algunas ideas que expuso demuestran cierto desconocimiento del comportamiento de las variables de la economía argentina». Mientras que la ministra de Industria, Débora Giorgi, aseguró que Roubini «propone desde lo ideológico la receta del ajuste».
Respecto del nivel de las reservas internacionales, la titular del BCRA consideró que «es un error sostener que cayeron. Las reservas no sólo no han caído, sino que, por el contrario, luego de haber cancelado deuda por u$s 6.155 millones, aumentaron u$s 4.100 millones, pasando de u$s 47.700 millones a principios de año a casi u$s 51.900 millones en la actualidad. Estas reservas se nutren de nuestro saldo comercial, no de recursos financieros de corto plazo, y menos aún de deuda tomada por el sector público». Giorgi, por su parte, señaló que «los niveles actuales de crecimiento del 9,1% no son producto de la política fiscal y monetaria laxa, sino de la confianza de los empresarios y consumidores sobre el desempeño futuro de la economía argentina».
Ambito publica este resúmen de la respuestas de ambas funcionarias:
Mercedes Marcó del Pont:
La evaluación debe realizarse en el marco de lo que se ha observado en la región durante la crisis de los últimos dos años, seguida por el fuerte ingreso de capitales en las economías emergentes y el aumento notable del precio de los commodities. La Argentina logró sostener la paridad nominal de su moneda, mientras que en la mayor parte de la región hubo fuerte apreciación.
Aun luego de las políticas anticíclicas que se utilizaron para paliar los efectos de las crisis internacionales, los datos acumulados a 12 meses muestran un superávit primario del 2% del PBI, que, excluyendo las transferencias de utilidades del BCRA, la cartera de la ANSES y las asignaciones de DEG, siguen en terreno positivo, mostrando un superávit de casi un 1% del PBI.
Existen pocos países del mundo con esta solidez fiscal. El proceso de desendeudamiento, el fuerte saldo comercial y la acumulación genuina de reservas son condiciones muy sólidas que conjuran cualquier posibilidad de crisis cambiaria en la Argentina.
Se habla de que faltan condiciones favorables para la inversión, pero recordemos que la relación inversión-producto está en niveles históricamente elevados en contraposición al promedio observado durante la década de los 90. En esa década, los gurúes externos e internos nos exhibían como ejemplo de las «condiciones favorables para un buen clima de negocios».
Nunca antes en la historia económica del país habíamos logrado atravesar un fenómeno de esta magnitud sin afectar severamente la riqueza y el nivel de empleo».
Débora Giorgi:
El modelo económico que produjo el ciclo de crecimiento más alto y prolongado de la historia argentina, y que sacó al país del infierno, tiene bases sólidas y está basado en criterios prudentes, como el superávit fiscal y externo, y un tipo de cambio competitivo.
La confianza se refleja en el nivel que está alcanzando la inversión -del 24,6% sobre el PBI- y la certeza de los inversores de que el Gobierno continuará restringiendo el ingreso de capitales especulativos.
Son muchos los que quieren apreciar el tipo de cambio para maximizar sus ganancias y para que compremos la sobreoferta de bienes de los países desarrollados que desplazarán el trabajo argentino.